Perdone la osadía que cometo al dirigirme a usted sin ni siquiera conocerlo personalmente. Eso sí, milito orgulloso en la vieja guardia de sus lectores, tanto que ya me entusiasmaban sus “Sevilla al día” de mi niñez y aquellas páginas de huecograbado bajo el epígrafe de “Casco Antiguo”, firmadas con el seudónimo de Abel Infanzón. Después de tantos años siguiendo sus artículos y escritos, ayer me emocioné con El Recuadro titulado “La Cocacola de Guaditoca” en el que nombra a una serie de pueblos sevillanos y a las veneradas Imágenes que éstos tienen por Patrona y devoción principal. Y entre ellos a Burguillos y a su Virgen del Rosario. Este detalle que pudiera pasar inadvertido para muchos es para mi un motivo de satisfacción inusitada, puesto que se reconoce así por un periodista de prestigio el secular fervor que desde tiempo inmemorial se le profesa aquí a nuestra Patrona y Alcaldesa Perpetua. Seguro sabrá comprender la alegría que ha supuesto la mención que ha tenido a bien incluir en su artículo, pues no creo equivocarme si le considero un cofrade atípico pero fino perceptor de las más hondas esencias de fe y religiosidad que se concitan en torno a nuestras Sagradas Imágenes, cuando estas gozan, como es el caso, de arraigada trayectoria devocional. Tenga en cuenta que nuestra Virgen, que lleva casi cinco siglos presidiendo la vida de los burguilleros, es algo absolutamente consustancial al devenir de este pueblo, constituyendo como yo mismo he venido defendiendo “el escudo de gloria y el blasón de honor de Burguillos”. Ni que decir tiene que con el mantenimiento y fomento de esta muy antigua devoción realizamos (al modo que usted plasmó en su magistral “Farol de Cruz de Guía”) un sencillo homenaje a todos los que nos precedieron en el mismo empeño, entre los que se cuentan los padres y abuelos del que esto firma.
Desgraciadamente, nos habíamos acostumbrado a que el nombre de nuestro pueblo se asociara de unos años a esta parte a escándalos de política municipal, por los que ha sido triste noticia últimamente. Por ello, supone una bocanada de aire fresco y una verdadera inyección de moral que alguien como usted se acuerde de la mejor de nuestras tradiciones: la devoción a la Santísima Virgen del Rosario Coronada. Por todo ello, y desde la humildad de servidor, reciba mi agradecimiento y el reconocimiento por el trato preferente que nos ha concedido. Hasta ahora tenía en mi un seguidor de su artículos y un admirado lector, a partir de este momento sepa que también se ha hecho acreedor de mi gratitud impagable y desmedida, sentimiento que estoy seguro comparten todos los devotos de la Virgen en Burguillos. De todos corazón, muchas gracias.
MIGUEL VELAZQUEZ PRIETO